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[Perfil] Juana Colón: Símbolo de resistencia en Comerío

  • Writer: Thayma Sánchez
    Thayma Sánchez
  • Sep 29, 2021
  • 4 min read

Updated: May 12, 2022

La historia de Juana Colón es un “punto de identidad nacional” que trató de ser invisibilizado por los libros de historia en Puerto Rico, según el historiador Wilson Torres.

Foto: Suministrada


Por las calles que rodean la plaza de Comerío, entre los 1920 a los 1960, caminó una mujer cuya trayectoria marcó la historia de este municipio para siempre. La palabra justicia y el nombre de la activista son como la arena y el mar: simplemente inseparables. A 54 años de su muerte, su legado permanece vivo en el pueblo conocido como La Cuna de Trovadores.


Para el historiador y profesor, Wilson Torres, la figura de la defensora de los derechos humanos es un “punto de identidad nacional” que trató de ser invisibilizado por los libros de historia en Puerto Rico por no cumplir con los estándares sociales de aquella época.


Juana Colón de Arco nació en el barrio Río Hondo de Comerío en marzo de 1886. Hija de una esclava, la activista vivía en pobreza extrema y no tuvo acceso a servicios educativos, de acuerdo con una investigación realizada por Torres.


A pesar de que no hay muchos detalles en cuanto a su niñez y adolescencia, en 1912 Colón se mudó al barrio Cielito junto con su madre, a una casa muy humilde. Esta experiencia le permitió conocer de cerca los reclamos de los trabajadores y trabajadoras del tabaco, acción que el historiador describe como “conciencia de clase”.


“Adquirir una conciencia de clase implica entenderse a uno como parte de una clase social y las desventajas que tiene pertenecer a una clase social marginada y explotada. (También implica) qué tú haces ante eso”, sostuvo el también autor del libro titulado Juana Colón: Combatiente en el Tabacal Puertorriqueño.


La industria del tabaco provocó la integración de la mujer al mundo del trabajo “de manera masiva”. Sin embargo, los hombres cobraban cerca de “tres centavos más” que las mujeres a pesar de que realizaban las mismas labores, según Torres.


Cuando a la desigualdad por razón de género se le añade que las personas trabajaban en lugares donde “no había luz, (había) muy poca ventilación, los salarios eran muy malos y se repartían mucho las enfermedades como la tuberculosis”, Juana Colón no se mantuvo indiferente ante estas situaciones. Por tal razón, la activista, junto con el Partido Socialista, organizó una protesta.


“En abril de 1919, ella es una de las que está al frente del movimiento (...) Ella es de las que bloquea el almacén (de tabaco) y se da el famoso tiroteo en el que hay tres personas muertas”, abundó el historiador.


Esta protesta en la que se unieron trabajadores y trabajadoras de Aibonito y Cayey, elevó a Juana Colón al “rango de lideresa importante en todo Puerto Rico”, lo que ocasionó que fuese una figura respetada en los movimientos sociales y políticos de la región.


En defensa de la educación y los derechos de la mujer


Otra de las luchas en las que la activista también se involucró fue en el sufragio femenino. De acuerdo con Torres, en 1929, bajo el mandato de Bolívar Pagán, se aprobó un proyecto de ley que le permitía a las mujeres votar, pero sólo a las que sabían leer y escribir. Por tal razón, el Partido Socialista comenzó a organizar protestas para exigir que se enmandara la pieza legislativa, manifestaciones que también fueron lideradas por Juana Colón.


“(El Partido Socialista) es el primer partido que abre la posibilidad a la participación directa de la mujer. Es el primer partido que discute bien temprano en el siglo 20”, explicó el autor.


Para esos años, esta colectividad tenía representación en la Legislatura y, en coalición con el Partido Republicano, los reclamos fueron acogidos por lo que a las mujeres analfabetas también se les permitió votar para las elecciones de 1936.


De las últimas gestas realizadas por Juana Colón, Torres destacó la importancia que Colón le atribuía a la educación de los niños y niñas. Para finales de los años 40, abogó para que los estudiantes de los campos tuviesen transportación para llegar a la escuela superior.


“Mira el nivel de conciencia que ella tuvo para abogar por derechos que ella no tuvo”, resaltó el historiador debido a que Colón nunca tuvo la oportunidad de aprender a leer ni escribir.


Sin embargo, en enero de 1967, “se paralizó el pueblo” debido a que Comerío perdió a un ícono de la defensa de los derechos humanos. De acuerdo con un registro demográfico encontrado por Torres, Colón falleció a causa de “condiciones cardíacas”. Con el discurso de despedida por parte del entonces presidente del Colegio de Abogados, William Pérez Santiago, con la bandera roja perteneciente al Partido Socialista sobre el ataúd y mientras el público entonaba la canción ‘La Marsellesa’, Juana Colón partió a su morada eterna.


“Creo que todos los pueblos siempre tienen presentes a sus hijos e hijas más destacados (...) porque son modelos para que los que vienen puedan reflejarse en ellos como espejos para conocer su historia, su constancia y permanencia”, afirmó el historiador.


Una trayectoria que se intentó invisibilizar


Para Torres, el documentar detalladamente la trayectoria de la activista se convirtió en una responsabilidad histórica debido a que “la meta del estado ha sido invisibilizar porque el procerato era otro: el prócer era hombre, era blanco, una persona con alta educación” y el perfil de Colón simplemente no estaba destinado a encajar con ese estándar.


“¿Cómo es que a una analfabeta negra de la montaña puertorriqueña le vamos a dar cabida en esta historia?”, cuestionó el profesor para enfatizar en el pensamiento que tenían los historiadores de esa época.


Debido a la insistencia de Torres y otros miembros de la comunidad interesados en mantener vivo el legado de Colón, en la actualidad, la escuela superior ubicada en el sector Pasarell en Comerío, lleva el nombre de la activista.


De igual manera, en el barrio Cielito, donde vivió Colón, se encuentra una organización sin fines de lucro llamada Casa Juana Colón donde profesionales ofrecen servicios psicológicos, asesoría legal, talleres educativos, entre otros, a mujeres sobrevivientes de violencia de género. Esto, con el propósito de facilitar el acceso a educación, oportunidades de empleo y brindarle apoyo a quienes atraviesan necesidad o un patrón de maltrato.


“(La activista) fue una realidad histórica que caminó por las calles de Comerío, se enfrentó al gran capital norteamericano del tabaco y defendió a las mujeres y a los hombres”, finalizó Torres.

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